El Magreb, episodio 2: el viaje
En este episodio de la que será una trilogía sobre mi aventura en Marruecos en forma de 3 posts, describiré paso a paso el itinerario que seguí a lo largo del territorio Magrebí. Desde mi entrada en el país vía ferri por Tanger, hasta el desierto de Erg Chebbi, casi en la frontera con Argelia, describiré con detalle e ilustraré con fotos tanto los fantásticos paisajes y la cultura de estos lugares.
Fez, Capital del Islam
La primera parada de mi viaje, y uno de los grandes atractivos del mismo fue la ciudad de Fez. Esta ciudad imperial, es la capital del Islam en Marruecos, así como centro religioso y cultural del país.
Debido a esto y a su gran tradición artesana, los tres días que pasé en esta ciudad fueron de los mas provechosos, obteniendo fantásticas imágenes tanto de su arquitectura islámica, su arte, así como de sus calles y sus gentes.
Uno de los más pintorescos lugares que el fotógrafo puede encontrar en Fez y que me cautivó durante horas, fue la curtiduría que se encuentra en la vieja Medina. Aquí podemos contemplar, y por unos pocos dírhams también fotografiar, un trabajo milenario que es todo un espectáculo, me refiero al proceso de teñido y curtido de las pieles.
Pero en Fez hay mucho mas que curtidores, en la vieja ciudad imperial se aglutinan todo tipo de artesanos, como herreros, alfareros, tejedores, etc. Necesitaría un documental de una hora para mostrar todo lo que grabé allí en sólo tres días. Esto unido a sus maravillosas Madrassas, o escuelas coránicas, recubiertas de preciosos detalles labrados en madera y yeso, dan a esta ciudad ese carácter cultural y artístico tan singular.
Merzouga y Erg Chebbi, el desierto
La siguiente etapa de mi viaje es la que sin duda ha caracterizado mas fuertemente el mismo, me refiero a mi llegada a Merzouga y Hassi-Labied. Dos pequeñas poblaciones a apenas 50km de Argelia, famosas por encontrarse a los pies del desierto de Erg Chebbi. Este mar de dunas de 22km de largo y 5km de ancho hace las delicias de cualquier fotógrafo, y te transporta inmediatamente a esas imágenes de aventura y arena que todos hemos visto en las revistas de National Geographic.
Es fácil sentirse un aventurero cuando exploramos un paisaje tan único e impresionante como este, pero lo es mas aun si lo hacemos a los lomos de un camello y guiados por un Bereber. La experiencia de pasar la noche en medio de las dunas del desierto y a la luz de una hoguera, con la única compañía de tu guía, tu camello y tu equipo fotográfico, hacen que todo el viaje y los miles de kms hayan merecido la pena.
Tanto el amanecer como el atardecer son mágicos entre las dunas, la luz suave de esta época del año (febrero) bañaba la cresta de las empinadas dunas para hacerlas brillar como el latón de los artesanos.
Pero fue la noche la que captó mi atención con mas rotundidad, una noche con millones de estrellas que se agolpaban unas con otras, apenas dejando sitio para el vacío. Esto se debió a que esa noche reinaba la luna nueva, que facilitó la captura de incluso la Vía Láctea.
Skoura, el oasis de las mil palmeras
La pequeña ciudad de Skoura es conocida en el país por ser un tradicional lugar de parada de las caravanas de camellos, que venían del desierto cargados de mercancías, que mas tarde se repartirían camino de las grandes ciudades.
Pero hoy en día su localización junto a majestuosas Kasbas y sobre todo al borde de un inmenso palmeral, protegido por la Unesco y conocido como el “Oasis de las mil palmeras”, es lo que caracteriza este fantástico lugar.
Aquí, aproveché para perderme en el verdor y frondosidad de su palmeral, para mas tarde fotografiarlo al atardecer desde el tejado de una Kasba.
Pero sin duda el plato fuerte vino por la noche, cuando tras hablar con el gerente de la famosa Kasba Amridil, conocida por aparecer en multitud de películas y anuncios, me permitió subir al tejado de la misma y disfrutar desde allí de una vista privilegiada. Durante varias horas fotografié esta Kasba al amparo de un cielo estrellado, exponiendo con cuidado para compensar la diferencia de luz del oscuro cielo y la brillante Kasba, creo que el resultado habla por sí solo.
Marrakech, ciudad imperial
La ultima etapa de mi viaje, al menos fotográficamente hablando, fue la que me llevó hasta la ciudad de Marrakech. Aquí el viajero o fotógrafo se encuentra con una ciudad bulliciosa, ajetreada, llena de vendedores de todo tipo y también improvisados guías que te ofrecen sus servicios para llevarte a cualquier sitio. Los atractivos de Marrakech son muchos, plagada de Mezquitas, Madrassas, sus zocos y como no su plaza central “Djemaa el-Fnaa”, donde al caer la tarde, podemos encontrar incontables espectáculos de música, danza y como no, comida de todo tipo en los puestos ambulantes que abarrotan la explanada.
Quizá uno de los lugares donde mas disfruté grabando en Marrakech, fue en las estrechas calles que discurren por su vieja y caótica medina. Aquí la luz se filtra por los tejados cubiertos con agrietados listones de madera, para llegar tímidamente a los puestos instalados en su interior. El polvo proveniente de un ajetreo continuo en calles a medio asfaltar hace el resto. Todo un espectáculo visual.
Otro de los lugares que me fascinó fueron los Jardines Menara, un remanso de paz a pocos minutos del centro de la ciudad, un sitio ideal para ir a pasear cuando cae la tarde y escapar así del ruido y el ajetreo del bullicioso centro.
Marruecos ha colmado todas mis expectativas como viajero y mucho mas aún como fotógrafo/videógrafo. Este es un país que acoge al visitante de la forma mas calurosa y afectiva, ofreciendo toda la hospitalidad de sus gentes, siempre dispuestas a ayudarte a llegar a ese punto desde donde capturar la imagen soñada, si bien sea a cambio de unos cuantos dírhams, bien merecidos en la mayoría de los casos.
Este ha sido un viaje muy especial y fructífero, gracias en parte a que he podido improvisar mi itinerario y adaptarlo a las necesidades y emociones de cada momento.
Sin duda volveré pronto a Marruecos, ya que este país ha cautivado mi mirada, y ansío el momento de volver a experimentar su magia . Espero que la próxima vez sea acompañado de muchos de vosotros, compartiendo así mis rincones preferidos con amigos y colegas, seguro que será una experiencia muy enriquecedora.
¡Hasta pronto!